Revista de Cultura Popular, Andaluza y Flamenca
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Antonio Mairena: apuntes y refrexiones acerca de su vida y su obra (2)

La llave de oro del cante. Honores y premios. Los últimos años

18/12/2023.

Escrito por Paco Vargas
https://aticoizquierdaflamenco.blogspot.com/




Sevilla y Córdoba celebran en 1955 y 1956 un Certamen Flamenco y el Primer Concurso de Cante Jondo respectivamente. Durante este tiempo comienzan a surgir las primeras peñas flamencas: La Platería, Juan Breva y Los Cernícalos fueron las pioneras. En 1958 se crea la Cátedra de Flamencología de Jerez, de la que será nombrado Director Honorario Antonio Mairena, que ya estaba preparando el camino que le llevaría a encabezar una nueva corriente estética que vuelve la vista atrás buscando el cante clásico al que él denominaría “gitano-andaluz” con el fin de marcar un antes y un después en la historia del arte flamenco. Esta tendencia artística dominaría el cante flamenco durante casi treinta años.




La Llave de Oro del Cante
El acontecimiento artístico más importante en la biografía de Antonio Mairena fue la convocatoria en 1962 del III Concurso Nacional de Cante Flamenco de Córdoba, que volvía a cambiar de nombre en esta edición, celebrado los días 19 y 20 de mayo, para disputar la Tercera Llave de Oro del Cante.

Tras la muerte de Manuel Vallejo en 1960, los organizadores del concurso de Córdoba –especialmente el Alcalde, Antonio Cruz-Conde, y el poeta Ricardo Molina- deciden ofrecer la Llave de Oro del Cante, que tenía Vallejo desde 1926, mediante un concurso organizado a tal fin.

Aunque en las bases se recogía que se podían presentar tanto aficionados (que tenían que pasar por la fase de selección previa) como profesionales (que pasaban directamente a las pruebas finales), para lo cual se establecieron los días 15, 16 y 17 de mayo, lo cierto es que al final se optó por citarlos personalmente, seleccionando a un número de cantaores de los que al final quedaron: Fosforito, Chocolate, Juan Varea, Antonio Mairena y Platero de Alcalá, para competir por el preciado trofeo los días 19 y 20 de mayo en la plaza de la Corredera.

Francisco Salinas, Teniente de Alcalde, el profesor de francés y poeta Ricardo Molina, el flamencólogo y escritor argentino Anselmo González Climent, los cantaores Aurelio Sellés y Juan Fernández, “Juan Talega”, y los músicos clásicos José Muñoz Molleda y Mauricio Ohana, fueron los miembros del jurado, en cuya acta final dejó claro que se concedía el galardón a Antonio Mairena tanto por la pureza de su cante como por su trayectoria artística, de conformidad con las bases establecidas para el concurso.

El premio se lo entregó Antonio Ruiz Soler, al que tantos años había cantado, en un acto celebrado en los Jardines del Alcázar.

El premio estaba diseñado para Mairena, como bien demuestra el que las bases estuvieran redactadas en algunos de sus puntos para satisfacer el objetivo propuesto, que no era otro que entronizar a Antonio Mairena. Así, por ejemplo, se advertía que la adjudicación del premio no dependía solamente de la actuación en el concurso, sino también del “historial” y “plenitud artística” de los concursantes. En este sentido, el historial de Mairena se resumía a su participación como cantaor para el baile en los ballets flamencos en los que había estado. Si exceptuamos a Platerito de Alcalá, cualquiera de los concursantes tenía más historial que Mairena; pero claro, lo de la plenitud artística se prestaba a cualquier arbitrariedad del jurado.

Por otra parte, los estilos de cante que se exigían eran los que únicamente sabía hacer Mairena toda vez que había sido él quien los había enseñado a Ricardo Molina a través de lo aprendido de Juan Talega y otros viejos cantaores como Sellés, ambos en el jurado. Además, los guitarristas oficiales del concurso fueron Melchor de Marchena y Manuel Morao, con los que había grabado y estaba acostumbrado a cantar; lo cual suponía una ventaja clara con respecto a los otros concursantes.

Y si a todo eso añadimos que los demás aspirantes a la llave recibieron 25.000 pesetas en concepto de caché, sin estar establecido como premio, pues sólo había uno de cien mil pesetas que acompañaba al trofeo Lave de Oro (una llave de 14 cm. hecha con el preciado metal) para el ganador absoluto, queda claro que el triunfo no podía ser nada más que para quien estaba predestinado: para Antonio Mairena, que entonces contaba con cincuenta y dos años.

No obstante lo anterior, no podemos dejar de reconocer que Antonio dignifica el premio y le da un prestigio y un sentido formal a la Llave que nunca había tenido.

A partir de este hito, Antonio, con la Llave en la mano, fundó una escuela y se convirtió en el guía espiritual de la pureza y de una nueva generación de cantaores comprometidos con el mairenismo hasta el punto de sacrificar muchas de sus cualidades artísticas en beneficio de dicha corriente estética.

Desde entonces se empeñó en revalorizar el cante y llevó a cabo una serie de grabaciones antológicas. Gracias a este premio se consagró y comenzó a ser requerido en todos los festivales que comenzaban a surgir por toda Andalucía. Los primeros festivales flamencos surgen a fines de los 50. Pero es en la década de los 60 cuando tomaron verdadera importancia. Si por una parte, como se lamentaba el maestro, se perdía la intimidad del ambiente tradicional del cante y aparecían grupos de aficionados siguiendo a determinados cantaores, los festivales ofrecían un medio excepcional de mejorar la dignidad y la cuenta corriente de los artistas y una oportunidad para los jóvenes valores que emergían en la época que llamamos del “Neoclasicismo Flamenco”.

De estos eventos fueron los pioneros los que se organizaron en Utrera, La Unión, Morón de la Frontera, Lebrija, Ronda, Granada, Puebla de Cazalla, Marchena...

Honores y premios. Los últimos años
Con motivo de la concesión de la Llave, la Cátedra de Flamencología le rindió el primer homenaje de su vida, en un festival con la participación de destacados artistas y de los poetas Ricardo Molina, Antonio Murciano y Manuel Ríos Ruiz. Se le otorgaron honores como los ya señalados, o el premio nacional de flamenco en 1966, 1971 y 1973. En 1980 se le concede la Medalla al Mérito en el Trabajo en su categoría de plata. En el festival de Mairena de 1982, el de su retirada, cuando cumplía 73 años, recibió de manos del alcalde de Mairena la Medalla de Oro y el nombramiento de Hijo Predilecto, y de sus paisanos un rendido homenaje a tan larga trayectoria artística. Y, aparte de numerosos premios de tertulias, peñas y concursos flamencos, la Medalla de Oro de las Bellas Artes en 1983. Era la culminación a su carrera.

Con todo, los últimos años los pasa recogido en su casa. Recién acabado el festival de 1983 (ese año se celebró el 3 de septiembre), Antonio Mairena ingresó en el hospital y murió en la tarde del 5 de septiembre de 1983 tras sufrir un ataque cardíaco.


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Fuente: Revista Flamenca Fuente Vieja
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El hombre que soñaba el cante




Cuando nace Antonio, el flamenco es ya un arte ciertamente extendido por toda Andalucía. En las primeras décadas del siglo XX se forjan artistas como La Niña de los Peines, Tomás Pavón, Manuel Vallejo, Pepe Marchena, Juan Varea, Pepe Pinto o Manolo Caracol.
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