Revista de Cultura Popular, Andaluza y Flamenca
Hoy es Lunes, 29 de Abril de 2024
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La variedad y la calidad del flamenco clásico dan un toque de distinción al XVII Festival Flamenco “Sierra Blanca”

En los tiempos que corren, un festival flamenco debiera no pasar, como cualquier espectáculo sea del tipo que sea, de las tres horas más o menos

21/11/2023.

Paco Vargas
https://aticoizquierdaflamenco.blogspot.com/


En los tiempos que corren, un festival flamenco debiera no pasar, como cualquier espectáculo sea del tipo que sea, de las tres horas más o menos. Debiera comenzar, como ocurre en cualquier espectáculo, a la hora anunciada. El bar debiera no existir y si está que sea fuera del recinto. Un número razonable de artistas me parece suficiente para colmar los gustos y las apetencias de la afición, siempre que éstos no se repitan y se atengan a una estructura de espectáculo previamente diseñada por la organización. El sonido, las luces, la cartelería, los camerinos, la atención a los artistas, el tratamiento en los medios de comunicación, la presentación sobre la base del conocimiento y la capacidad didáctica de quien la ejerza, etc. deben ser parte esencial del festival para que el resultado de éste sea feliz y enriquecedor.


Con las características que acabo de apuntar encontramos no muchos festivales, pero los hay cada vez más, sobre todo aquellos que se han recuperado o que han nacido hace unos pocos años. Pero hacia esta estructura debieran encaminarse todos. He aquí un ejemplo del que he de señalar que algunas novedades, auspiciadas por Juan Recio, presidente de la Peña y director del Festival, como hacer que el presentador esté en un segundo plano y su voz suene en off, sin que por eso se pierda la información precisa, hacen que el espectáculo gane en agilidad y transcurra de manera más fluida. Un acierto de la organización que quizá tenga continuidad en otras ediciones y sea imitado por otros festivales.

Así las cosas, la noche del 28 de octubre de 2023 asistimos en el Teatro Ciudad de Marbella al XVII Festival Flamenco “Sierra Blanca” de Marbella, una noche de flamenco clásico de las que dejan un buen recuerdo en la memoria del aficionado. Desde el debut de Niño Jorge, jovencísimo guitarrista que está aprendiendo en la escuela de la Peña Flamenca Sierra Blanca, hasta el baile racial de Fátima Navarro, el espectáculo se desarrolló con agilidad y dentro de unos niveles de calidad que impiden destacar con notoriedad a un artista en concreto, aunque sí es cierto que cada cual, desde su propia personalidad, aportó distintas sensaciones que nunca dejaron indiferente al respetable que llenaba el teatro.

Niño Jorge interpretó a la guitarra, junto a su maestro y mentor, Pepe El Línea, una pieza titulada “Faraón” del Grupo Gipsy Kings con soltura y desparpajo. Es un niño y le queda mucho por recorrer en el mundo de la guitarra flamenca. El público agradeció su actuación con un gran aplauso y él se retiró satisfecho de su debut.

Luego sería Pepe Lara –reconocido con premios importantes en grandes concursos cual es el caso del Festival Internacional del Cante de las minas-, que estuvo magníficamente acompañado de su hijo Paco Lara, quien abrió sus actuación por soleares –quizá uno de los mejores cantes de la noche-, que supieron a poco y emocionaron hasta las lágrimas.

Es un cantaor que domina este palo y cuando le pilla bien le sabe sacar todo el jugo con sabiduría y jondura, parando el cante y llegando a los corazones de quienes escuchaban sobrecogidos por la belleza. Tras las malagueñas, la alboreá y las bulerías, nos dejó unos fandangos, hechos con voz propia, que propiciaron una despedida emocionante.




Rocío Bazán, la cantaora de Estepona, se hace cara de ver por estos lares, toda vez que es una artista internacional y sus muchos compromisos le impiden recalar por tierras malagueñas más de lo que ella quisiera.

Pero en su presencia en este festival de otoño que cierra la temporada fue generosa y estuvo muy inspirada en una actuación lucida, llena de gracia y de genio, acompañada por la acertada guitarra del malagueño Ismael Rueda y las acompasadas palmas de Manuel Soler y Guillermo Campos.

Los tres fueron la orquesta perfecta para que Rocío Bazán se luciera con un cante muy personal, la guajira, cantada sobre un poema de Rafael Alberti, o llena de detalles de gran artista en las bulerías; de ortodoxia en la malagueña rematada con verdial, y de sal y compás en las cantiñas gaditanas. Levantó al público de la butaca cuando se puso a cantar y bailar por bulerías. Pisando fuerte sobre las tablas y demostrando su madurez artística. Su paso por Marbella será recordada durante mucho tiempo.


Tampoco es, Luís Heredia “El Polaco”, cantaor que se prodigue en los festivales malagueños. Y en todo ese tiempo que llevamos sin verlo por aquí ha dado un giro a su carrera, pues sin dejar de ser él ahora suena distinto. Es más artista. Su recital fue casi todo un homenaje a Manolo Caracol, aunque también pudimos disfrutar de un excelente cante por granaínas y de unas bulerías de corte personal y temática religiosa. Pero, como digo, desde la zambra inicial ya nos anunció la admiración y el respeto que siente por el legendario cantaor sevillano. Siempre acompañado por el piano flamenco de Laura de los Ángeles, con la que se entiende a las mil maravillas, y la guitarra del malagueño Chaparro de Málaga, siempre al servicio del cante, su actuación fue un logro que el respetable agradeció pidiendo un tema más, La Estrella, que el cantaor granadino concedió a modo de bis para rendir un personal recuerdo al maestro Enrique Morente. Emocionante y justo.

Para cerrar el festival se había programado a Fátima Navarro, hija del gran bailaor malagueño, Francisco Navarro Cortés "El Charro" –un artista de reconocido prestigio en los mejores años de los tablaos de la Costa del Sol-, del que ha heredado su fuerza y su genio y unas formas uniquitas que distinguen a los bailaores y a las bailaoras de raza. Y Fátima, no cabe duda, lo es.
Salió acompañada de un magnífico cuadro, un atrás muy compenetrado que sabe cuál es su misión: ayudar al triunfo de la bailaora. Con las palmas espectaculares de sus hermanas Sara y Amara Navarro, el cante muy flamenco de Ángel Tirado y la guitarra, siempre atenta y ajustada al baile, de Fermín Fernández, la joven bailaora malagueña nos dejó una soberbia soleá que remató con unas bulerías de largo alcance. Se retiró para volver de lunares y rojo, pero en la transición el cantaor y el guitarrista arrancaron las palmas del público con una malagueña, de las que se adjudican a El Mellizo, que remataron con un fandango abandolao. Fermín Fernández, ya había dejado su impronta al principio con un toque en solitario que puso en evidencia por qué es Premio Bordón Minero.


Como decíamos, volvió Fátima al escenario y se puso a bailar por tangos, llena de sensualidad y arrojo, con descaro y gitanería. Como se ha de bailar por tangos cuando se quiere ser auténticamente flamenca. Cuando la expresión y la pasión desbordada hacen del baile flamenco una abismática emoción, única e irrepetible.








Fotos: Mar i Luz y Miguel Rodríguez

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