Revista de Cultura Popular, Andaluza y Flamenca
Hoy es Jueves, 02 de Mayo de 2024
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Herencia flamenca, un homenaje a los maestros

El Festival Ciutat Flamenco, el festival que anualmente organiza Taller de Músics, ha querido rendir homenaje en su trigésimo aniversario a varios maestros del baile, el cante y la guitarra, con una gran trayectoria artística, especialmente destacada, en Catalunya, porque su contribución ha sido clave para entender la importancia actual del flamenco en este territorio

30/10/2023.

Francisco Hidalgo Gómez
Investigador y critico flamenco



Por ello, con el título de Herencia flamenca, celebró el pasado martes 24 de octubre en la sala Paral.lel 62, situada en pleno corazón de la histórica, farandulera y emblemática avenida barcelonesa, una gala doble, en la que actuaron Laura Santos & Edgar Plantón y la Cía. Ciutat Flamenco, que se presentaba públicamente y estrenaba espectáculo, dedicada a destacadas figuras como José de la Vega, tan mundialmente conocido como reconocido, que desde la alta atalaya de su presente, jubilosamente venerable, el próximo seis de diciembre celebrará otro año más, y densamente cimentada de experiencias y de momentos vividos y disfrutados, es historia viva, recuerdos y memoria lúcida del baile y de la danza; Andrés Batista, el guitarrista catalán que acompañó a Carmen Amaya, autor del posiblemente primer Método de guitarra publicado; la cantaora gallega, asentada en Barcelona, coprotagonista con otras grandes figuras de espectáculos flamencos en ruta, especialmente, allá los años sesenta y setenta del pasado siglo, Matilde “La Galleguita”; el cantaor gitano catalán, primo de Carmen Amaya, cuyos fandangos eran todo un monumento, Juan de la Vara; el bailaor linarense, que también se decía sus cantecitos, figura referencial en los tablaos de Barcelona y que, como él mismo dice, “nunca fui obrero del flamenco”, Miguel Fernández «Faraón»; el guitarrista y empresario, sin él no se comprendería el Tablao Cordobés, que fundó en 1970, sería bien distinto o incluso, quizá, no sería, Luis Adame y su hermana, viuda del recordado guitarrista Pepe Motos, la gran Milagros, también recordada como Mila de Vargas, especialmente desde su etapa vinculada con el Ballet Nacional de España, Premio La Argentinita en el Concurso Nacional de Arte Flamenco de Córdoba en 1980, y, con ellos, a todos los maestros que hicieron historia y han dejado huella en el flamenco catalán.


Detalle simpático y significativo es que cada uno de los homenajeados recibieran su correspondiente obsequio, diseñado por Sonia Vallejo y elaborado en hierro oxidado por las hermanas Benach, Marta y Anna, en su taller Òxids, de manos de algún fotógrafo que hubiese dedicado especial atención, temporal, circunstancial o permanente, a la temática flamenca. Así, por ejemplo, Rosa María Panadès con la que después de años, felizmente, me reencontré, mi “almachareña” de Sabadell favorita Ana Palma o mi propio hermano, José, autor de las fotografías que ilustran este artículo, que se lo entregó a Kazumi, la viuda de Julián Navarro el Califa, nuestro querido y recordado amigo y guitarrista, siempre presente en nuestro corazón y recuerdo, a quien se le ha dedicado en homenaje esta edición del festival.


Desde el alma

Con este título la cantaora autodidacta barcelonesa Laura Santos, nacida el 18 de julio de 1986, cantante y compositora, que fusiona flamenco con música urbana, nos presentó su recital de cante flamenco, “en la vertiente más clásica”, dijo el presentador, Luis Troquel, en el que estuvo acompañada a la guitarra por Edgar Platón, otro de los jóvenes músicos que enriquecen la escena y que, en su caso concreto, se dedica profesionalmente al flamenco desde 2010.

A través de su virtuosa y poderosa voz, leemos en la publicidad, la artista transmite su sentimiento profundo hacia la música flamenca. Es una propuesta muy personal donde se abre en canal y muestra su pasión por un género que llega al alma.

La verdad es que, es mi muy particular impresión, les pudo la responsabilidad de actuar en un festival tan importante, en una noche tan especial, con un patio de butacas desbordado de asistentes y ante tan nutrido grupo de ilustres personalidades. Estuvieron, aparte algún y que otro desafinamiento y descuadramiento, mayormente incómodos, fríos, mucho, y desangeladitos.



Rambla abajo

La Compañía Ciutat Flamenco nace de la unión entre dos entidades emblemáticas de Barcelona, el Taller de Músics y la Escuela de Flamenco José de la Vega, ambas con más de 40 años de historia y de práctica docente. Se trata de una compañía de danza y música, con el flamenco como raíz y la ciudad de Barcelona como fuente de inspiración. El baile flamenco, la danza contemporánea y la danza estilizada son la esencia de esta compañía. El flamenco, el jazz y la música electrónica aportan armonía, melodía y ritmo, creando así una puesta en escena innovadora y multidisciplinar, nos explican.

Rambla abajo -leemos en el programa- nace de la idea de transmitir al mundo la belleza que tiene pasear por la emblemática calle del centro de Barcelona. Desde un sentido metafórico, se representará ese paseo transitando cada tramo hasta el Mirador de Colón. La poesía sonora, la representación de la imagen, el color, los olores, darán forma al imaginario colectivo de esta calle evocando las emociones y los sentimientos que nos trasladan a ese paseo tan transitado y vivido.

La Rambla, una calle llena de hermosos encuentros, de incesantes y continuos paseos arriba y abajo, abundante de risas y coqueteos, rica en sonidos, voces, trinar de pájaros, susurros y te quiero, emborrachada de olores y el perfume de mil flores, cegada por las mil luces del día y la noche, por los mil colores de las flores… "La única calle de la Tierra que yo desearía que no se acabara nunca", dijo Federico.


Lo dicho por el gran poeta granadino allá por el 35, el 22 de diciembre, recién estrenado por la compañía de la eximia Margarita Xirgú uno de sus trabajos más queridos, 'Doña Rosita la soltera o el lenguaje de las flores', el que sería el último estreno de su vida, aleteó constantemente inspirador sobre el escenario, lo que no fue lastre alguno. No, todo lo contrario. Lo malo es que otros lastres sí se arrastraron por él. Se ofreció un exceso de ideas, imágenes, sonidos y elementos y, en ocasiones, una excesiva acumulación de elementos te dispersa la atención.

Hubo otro problema más, grave y principal para un espectáculo en el que el cante y el baile son la base, la música es fundamental, el sonido. Pareció que los responsables de la sonorización hubieran sido contratados no para posibilitar el lucimiento de los artistas, cuanto menos para no perjudicarles, sino para todo lo contrario. Incluso, y no es exageración ninguna, hubo un momento en que no logré entender en qué idioma cantaba Carmen Cortés. Un pequeño y sonoro patinazo que para próximas ocasiones, estoy seguro que llegarán, han de ponerle decidido remedio.

Rambla abajo es, sin duda ninguna, una hermosa idea, un auténtico y entusiasmado derroche de ilusión. Un espectáculo un tanto abigarrado y, quizás, excesivo. Sí, como la propia arteria de la que toma el nombre y, también como ella, lleno de vida, de diversidad y de acentos, luminoso y mestizo, políglota y multirracial, rebosante de sonidos, deslumbrante de color. Un espectáculo, en fin, aplaudido y aplaudible, gozoso y disfrutable.

Como girará, aunque quizás no tanto como sería deseable, que el horno parece que sigue sin estar para muchos bollos, te sugiero que no dejes de acudir a verlo. Yo volveré a ir a aplaudirlo, a disfrutarlo y prometo volver a escribir nuevamente acerca de él, sobre algunos brillantísimos detalles, de algún discreto homenaje, o reconocimiento si se prefiere, que pasó casi desapercibido, de los varios guiños, que los hubo, y, muy especialmente, de sus intérpretes, entregados, ilusionados y disfrutones, esforzados, mayormente brillantes.

Queden, por ahora, negro sobre blanco, sus nombres: Berta Villa, Denise Cabrera, María Fernández, Mathilde Antón, Raúl Lorenzo y Zofia Kopec, baile. Cante: Miriam Vallejo y Carmen Cortés. José Manuel Saucedo y Diego Amaya, guitarras. Carlos Cuenca, piano y música electrónica. Agustín Espín, bajo, y Álvaro López, percusión. Y de manera especial y muy destacada, Toni Moñiz, la pasión y la ilusión, el trabajo y la entrega personificada, “alma mater”, impulsor y director de la cosa al tiempo que bailaor lucidísimo sobre las tablas.





Fotografías. - José Hidalgo


Francisco Hidalgo Gómez
Investigador y critico flamenco


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