04/02/2023.
https://aticoizquierdaflamenco.blogspot.com/
Por
Paco Vargas
Quizá Chacón fue el impulsor de la primera revolución que ha sufrido el Flamenco. Impuso el método para cantar. Y se sirvió de la música que emana de la guitarra para sus creaciones. Vistió al Flamenco de limpio y lo elevó a cotas de dignidad hasta entonces ignoradas. Y es documento sonoro que demuestra la transformación del Cante en los veinte años que van de 1.890 a 1.910. (Tómese el período desde lo relativo del tiempo). Y es, sobre todo y ante todo, inicio y guía del hermoso y variado Cante Flamenco que se viene disfrutando desde el siglo XX.
Su técnica cantaora acaba con el desorden imperante de la época. Y su voz viene a demostrar lo necesario de ésta para cantar lo primordial de su concurso en el entramado logístico del Cante.
Nadie como él supo demostrar cantando lo importante de una buena vocalización y lo imprescindible de una exacta colocación de los tonos, en un perfecto entendimiento con las sílabas de las palabras que componen los versos de una copla. Como también demostró que la voz sólo es un elemento (imprescindible, pero inútil en soledad), necesitado de la inteligencia de una cabeza bien colocada, predispuesta para la música y para su necesaria transformación dentro de ella, como si de una grande y perfecta caja de música se tratara.
Voz e inteligencia fueron sus dos grandes potencias. Quizá le faltó corazón y una pizca de efervescente anarquía, consecuencia, probablemente, del fuerte control que ejercían sobre sus sentimientos sus dos citadas cualidades más definidoras de su enorme personalidad cantaora.
Donde apenas si había cimientos (léase cantes mineros) levantó un monumento tan bien construido que aún se mantiene firme. En los campos de Málaga y Granada recogió los mejores frutos para transformarlos en dulce y exquisito almíbar, que permanece perfectamente conservado dispuesto a ser saboreado por paladares (muy pocos) de selecto
gusto, que fueron o son portadores de sabores únicos y propios: recordemos aquí a Vallejo, Marchena, Pastora, Tomás, Mojama, El Cojo de Málaga, Bernardo, Cobitos, Valderrama, Morente, Carmen Linares y Luís de Córdoba. (Hay alguno más, pero doce es un número suficiente por su redondez y simbología).
Una seguiriya, que dicen que cantaba Curro Dulce, unos tangos lentos (o tientos, como se llamaron después),un cante por caracoles, en versión definitiva, y una corta pero sustanciosa gama de soleares, demuestran en su brevedad la grandeza de un cantaor que fue y se sintió oficiante del gran rito flamenco hasta el mismo día de su muerte.
Si con los cantes de Levante demuestra su amplio sentido musical del Cante Flamenco, sin salir de su entorno más primitivo deja patente una respetuosa veneración por los viejos maestros, de los cuales, sin duda, tuvo que aprender. Pero por una u otra vereda siempre caminó apoyándose en su propio bastón. Tal vez por eso, siempre lo utilizó para, simbólicamente, demostrar quién tenía el mando.
Gor, diciembre de 1.996
(*) Artículo publicado en la revista de flamenco El Olivo. La foto corresponde al busto que tiene en su tierra.
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03/02/2023 
