Hoy tenemos el mayor de los lamentos de la música flamenca por la pérdida de un gran flamenco de lo “jondo”
11/12/2023.
Revista Flamenca Fuente Vieja
En la penumbra de la noche se apagó la voz inconfundible de Manuel Vera Parrilla, conocido como 'El Quincalla', un cantaor de flamenco de profunda raigambre, quien, tras una feroz batalla contra una cruel enfermedad, dejó este mundo en Sevilla. La noticia de su partida deja un hueco imborrable en el universo del arte flamenco, sumiendo a la comunidad en la tristeza por la pérdida de un amigo, maestro y un ser humano excepcional.
Manuel, nacido en 1952 en Paradas, Sevilla, provenía de una estirpe de cantaores. Su padre, el Niño de Paradas, fue el primer Quincalla, un magnífico cantaor que marcó el camino para la vocación innegociable de su hijo. La casa de los Vera Parrilla vibraba con el eco flamenco desde sus cimientos, y Manuel, desde joven, demostró ser portador de esa llama que ardía en su familia.
Su trayectoria artística, marcada por una entrega sin fisuras al cante, lo llevó a trabajar durante años en el Ballet de Pepe Moreno y, de manera fundamental, en La Cuadra, la prestigiosa compañía teatral de Salvador Távora. Su calidad como cantaor y su entusiasmo profesional lo convirtieron en un pilar indispensable para Távora, quien siempre valoró su dedicación y disciplina en el escenario.
Pero la pasión de Manuel no se limitaba al escenario. Su amor por la historia del cante y sus intérpretes lo destacaban como un cantaor excepcionalmente culto y curioso. Su interés por figuras como El Carbonerillo y Tomás Pavón revelaba un gusto refinado y una conexión profunda con las raíces del flamenco. "Qué raro es encontrar un cantaor que ame la historia del cante y sus intérpretes. El Quincalla era una persona muy curiosa y esa curiosidad le llevó a interesarse por las figuras del cante", recuerda un colega.
Además de su brillante carrera artística, Manuel Vera Parrilla también compartía su conocimiento como profesor en el Conservatorio Profesional de Música Cristóbal de Morales de Sevilla. Un auténtico profesional que no solo vivió del cante con destreza, sino que también se ganó el cariño y respeto tanto de aficionados como de colegas. Era un buen hombre, amable, educado y cariñoso, cualidades que lo distinguían como un ser humano excepcional en un mundo donde la virtualidad artística y la bondad no siempre van de la mano.
Hoy, las redes sociales se llenan de mensajes de dolor y las puertas del Tanatorio de San Jerónimo se abren para recibir a aquellos que desean despedir a este amante del flamenco. La tristeza se mezcla con el eco de su voz, que seguirá resonando en la memoria de quienes tuvieron el privilegio de compartir el arte y la vida con Manuel Vera Parrilla 'El Quincalla'