20 de abril.
Francisco Hidalgo Gómez
Investigador y critico flamenco
Una generación, evidentemente, ni homogénea ni uniforme ni compacta. Al contrario, muy plural, diversa y heterogénea, en las que estaban representadas todas las estéticas y corrientes artísticas, en la que tuvieron cabida las distintas maneras de expresar los variados sentires y sentimientos flamencos, las varios modos expresivos.
Con ellos quise organizar un encuentro, semana, jornadas o ciclo, que tanto daba el marco, para homenajearles y rendirles reconocimiento, agradeciéndoles tanto y tanto como nos habían dado, regalado y enseñado.
Fue, sin duda, una querida ilusión, un sueño que, no obstante, no supe materializar en algo cierto y real. En ocasiones, alguien se te inmiscuye en tus sueños y te roba alguno de ellos en su propio beneficio y no en el de los otros, de los demás, para, finalmente, no sabiéndolo soñar ni realizarlo, tirarlo por tierra, destrozarlo y destruirlo.
Me hizo pensar en ello el saludo que el más joven de los dos cantaores,
Cristian Cosano, hizo antes de su actuación el pasado domingo, 7 de abril, en la Peña Flamenca
Antonio Mairena de L'Hospitalet, la decana en activo, actualmente, de las peñas flamencas de Cataluña.
La juventud
"Me queda claro que a los jóvenes nos queda mucho que aprender. He tenido la suerte de convivir hoy, dentro y fuera del escenario. con cantaores experimentados como Juan José de Rute, Antonio Peña o Ricardo Peñuela, gente ya metida en edad, que los escuchas cantar y te hacen salir al escenario con más respeto aún si cabe.
Es imprescidindible rodearse de ellos, escucharlos cantar, hablar y hasta gesticular. Hace muy poco tuvimos que lamentar la pérdida de Garri de Sant Celoni, uno de los nuestros, un flamenco añejo afianzado entre nosotros que, como he dicho antes, con su pérdida perdemos todos porque es esa una de las fuentes de donde yo bebía.
Nosotros necesitamos de ellos como ellos van a empezar a necesitar de nosotros y es por ello que debemos escucharlos y aprender bien para hacerles el relevo que se merecen".
"Comenzaré hoy mi actuación, si les parece bien, cantando por Bamberas. Cuando quieras Paco", le dijo al guitarrista, sentado a su vera, preparado y dispuesto, que le había de acompañar.
En efecto, acompañado a la guitarra por
Paco Garfia, el guitarrista habitual, oficial, desde hace quince años de la Mairena, siempre preciso y ajustado, atento y dispuesto a arropar a quien haya de acompañar, inició su actuación interpretando, muy lucidamente y con gusto, el cante anunciado que nos dijo, al finalizarlo, que era la primera vez que lo cantaba con público delante y que había preferido no decirlo antes de hacerlo por no predisponernos a su favor. Que cada uno ha de saber arrostrar las consecuencias que provoquen sus acciones.
Está claro, al menos así lo veo yo, que las nuevas generaciones de artistas flamencos llegan muy preparados para hacerle frente con soltura tanto a la vida como a su carrera artística. Te cantan, en este caso, y se explican con tanta e igual soltura que seguridad y conocimiento, con idéntica elegancia. Nos están enriqueciendo, y no poco, la escena.
Continuó su actuación haciendo Minera y Taranta de Linares, Guajira, Seguiriya y Fandangos, de Fregenal, Aznalcóllar y Manuel Torre dejando patente su progresión, su cada vez mayor seguridad expresiva y dominio de su voz de tenor, de amplias capacidades y que va ajustando mejor a los distintos cantes. Cantó con seguridad y generosamente, entregándose y dándose, combinando gusto y fuerza, sacando cada vez más partido a sus capacidades. Bien es cierto que le fue muy aplaudida la Bambera que ofreció pero también los es que se lució muy significadamente con la Taranta de Linares y los Fandangos que cantó, sorprendiendo especial y destacadamente con el de Fregenal.
La veteranía
Antes había subido al escenario un histórico del flamenco en Cataluña, el que fuese conocido por Niño de Rute y actualmente como Juan José de Rute, aunque naciera en Cabra, quien, salvo muy esperádicas y puntuales colaboraciones, lleva ya tres años sin actuar ni, prácticamente, cantar.
Para la ocasión, quiso salirse de su estado de confort habitual y comenzar su actuación, supongo que pensó que estar en la Peña Mairena le obligaba y bien merecía arriesgarse, cantando Soleá apolá al estilo del Maestro de los Alcores, o séase, Charamusco, incluso con adaptación personal de la hoy conocidísima letra. Pese a que le reconozcamos su buena intención, empeño y esfuerzo no acertó, más bien patinó. Le salvó, claro es y pese a no estar en su mejor momento de forma, su experiencia y su buen gusto, exquisitez diría, de siempre cantando, lo que le reconoció el público con una cerrada ovación.
Siguió, más relajado y tranquilo, cantando espléndidamente, gustándose a sí mismo, Malagueñas de Manuel Torre y el Mellizo que remató a ritmo de abandolaos, Rondeña y Fandango de Cayetano, gustosísimo. Acabó su actuación con una variada serie de fandangos, marca de la casa, flamenquísimos y de exquisito gusto.
Dio, sin duda, muy bien acompañado a la guitarra por
Paco Garfia, pese al desacierto incial, una lección de cante y de saber estar en un escenario. Lo que de fuerza y frescura se pierde con la edad se compensa con un temple y un gusto que dotan al cante de un sabor especial, añejo. Y, no se olvide, la ilusión que nunca se pierde, que permanece, que anima a seguir poniéndose delante del público para darle todo lo que el corazón le pide.
Francisco Hidalgo Gómez
Investigador y critico flamenco
15/04/2024 
