27 de septiembre.
Francisco Hidalgo Gómez
Investigador y crítico flamenco
Bien cierto es, he reconocerlo, que en los últimos años ha habido varios intentos de solucionar tal hecho, de subsanar dicho olvido - ¿ninguneo? - y se le ha ofrecido, demasiado tarde ya, algún que otro reconocimiento como el Tacón Flamenco, que otorga anualmente la Asociación Cultural El Compás que nos Une.
También
Miguel Terrino, el editor de esta misma revista, desde que volvió a tierras utreranas se ha puesto en varias oportunidades en contacto conmigo para solicitarme información y documentación sobre él y comentarme el proyecto de homenaje o reconocimiento que motivaba dicha petición; proyecto del que nunca más supe. La última vez fue el pasado verano. Tampoco he vuelto a saber nada de ello.
Yo no obstante, precavido y por si acaso, se lo comenté a José que, como en las anteriores ocasiones, me contestó que ya no era tiempo de ello y que si alguien quería algo con él se lo podría comentar el ocho de septiembre que acudiría, un año más, a ver a su Virgen de Consolación.
Una fecha señalada
José de la Vega ha mantenido una permanente vinculación con su natal Utrera haciendo gala de ello en toda ocasión. Pese a que no volvió a vivir en ella desde la década de los cincuenta del pasado siglo en que decidió salir a conquistar mundo, y vaya que lo logró, con resonantes y aplaudidos éxitos, nunca dejó de volver a visitar a su familia, informarse de los acaeceres y novedades locales y acudir cada año a visitar a su venerada Patrona, acercándose para ello a su hermoso Santuario, el hermoso templo de estilo barroco construido en el primer tercio del siglo XVII, sobre una ermita anterior del siglo XVI.
Él mismo comenzó su "Curriculum vitae", que redactó personalmente, afirmando clara y rotundamente:
"Nací en la flamenquísima Utrera (Sevilla), un 6 de diciembre de 1931. Mi cuna se meció al compás de las Soleares y Bulerías de la familia Perrate. El primer “desplante” lo di al saltar de la cuna desafiando y plantándole cara a la opresión y a las murmuraciones de patio de ese entorno en el que uno se iba convirtiendo en un mocito, pues, tú sabes muy bien lo mal visto que estaba en aquellos tiempos “tirarse a las tablas” y más viniendo de una familia que presumía de estar en un “puntito”.
Educado en el prestigioso Colegio Salesianos de Utrera, en plena adolescencia abandono los estudios de bachillerato y me empleo como mecanógrafo en diferentes oficinas para poder costear mis lecciones de baile.
Sin alharacas ni repiqueteos y sin darle tres cuartos al pregonero, disfrazado de estudiante con los libros debajo del brazo, enfundado en mi gabardina (la más blanca del pueblo) con el cuello subido para arriba, decidí coger el tren e irme a Sevilla en busca de una academia de baile."
"Mis primeros maestros fueron Arturo Pavón y su madre Eloísa Albéniz. Recuerdo que, en la puerta de la Escuela, Plaza de la Mata, 6, en pleno verano a la caída de la tarde, sentados con el botijo al lado, te daban la bienvenida nada más ni nada menos que la jerarquía cantaora de Arturo Pavón, Tomás Pavón, Pastora Pavón “La Niña de los Peines” y su marido Pepe Pinto, estampa que permanece indeleble en mis retinas".
Hubieron de pasar aún unos cuantos años, los de su adolescencia y primera juventud, para que emprendiera su definitivo itinerar, años dedicados con entusiasmo y entrega al estudio, a su formación y preparación, a aprender todas las facetas y estilos del baile que le enriquecieran.
Así pues, desde siempre, la del ocho de septiembre ha sido fecha destacada y especialmente señalada en su calendario. Cada año, ha sido cita imprescindible, si nada insoluble se lo impedía, para acudir jubiloso e ilusionado al Santuario de su Virgen de Consolación a celebrar con la familia y amigos la festividad de la Patrona de Utrera.
Este 2024, desde la gloriosa altura de sus noventa y tres años, ha vuelto, nueva y puntualmente, a acudir a su anual cita.
Artista prolífico y maestro
José de la Vega es, ante todo, bailarín, bailaor y coreógrafo con grandes logros y éxitos en todas sus facetas. No olvidemos, por ejemplo, que fue Premio Nacional de Teatro 1961, por su coreografía de la “Saeta”. En más de una ocasión he afirmado, y nuevamente me ratifico en ello, que es una figura principal y referencial en la historia de la danza en Cataluña, tanto por su rica y fructífera trayectoria artística como por su impagable labor docente. Forma, sin duda alguna, parte de la historia de la danza y es testigo vivo de ella, a la vez que protagonista, muy especialmente en la segunda mitad del siglo XX, hasta nuestros días.
José es puente entre dos generaciones, la de los grandes maestros, con los que convivió, y la actual. De los primeros, destacadamente, doña
Pilar López, maestra de maestros, y
Vicente Escudero, de los que supo hacer suyo lo mejor de sus bailes y aprender como el que más de sus enseñanzas; unos conocimientos que, enriquecidos con su propia experiencia, ha transmitido a la inmensa mayoría de la actual generación catalana del baile. Sin él, esa generación, tan rica, diversa y artísticamente valiosa, no se entendería, no hubiera sido posible.
No podemos dejar de recordar, no hacerlo sería error garrafal, olvido imperdonable, a algunos de los artistas y compañeros, figuras señeras e imprescindibles, con los que compartió actuación y espectáculos sobre los escenarios:
Antonio Gades, Matilde Coral, Farruco, Emma Maleras, Laura Salinas, Trini España, Pastora Martos...
Nadie, o muy pocos, como él, nos puede hablar en primera persona, además de sobre su propia trayectoria, de algunas auténticas leyendas, mitos eternos:
Carmen Amaya, Vicente Escudero, Pilar López o Antonio, que con él compartieron escenarios, vivencias, amistad o, en definitiva, vida.
Con veinte años
Pese a esa estrecha y permanente vinculación con su natal Utrera solamente una vez en su larguísima trayectoria artística actuó en ella. Aún era conocido como El Ruso Blanco, nombre artístico que le adjudicaron por influencia de los Ballets rusos de Serguéi Diáguilev, de tanto prestigio y popularidad por aquellos entonces.
En 1951 bordeando los veinte años,
“hice mi debut profesional en el desaparecido Teatro Álvarez Quintero de Sevilla, formando parte del espectáculo de variedades “Ruiseñor de Plata”, un espectáculo al uso, cuyo objetivo era el lanzamiento de la nueva estrella de la canción Anita Rosa, bailando por Seguiriyas con la bailaora Esperanza de Santelmo acompañados a la guitarra por su hermano Antonio Peana y el lujazo del cantaor Juanito Varea”.
Tuvo la mala suerte de fastidiarse la rodilla la noche del estreno, interrumpiéndose así sus actuaciones. Un mes después volvió a incorporarse a la Compañía.
"Yo pegaba entonces, influenciado por los “rodillazos sonoros contra el piso” que nuestro genial y admirado Antonio nos había traído de América, unos rodillazos enormes, con todas mis fuerzas, sobre las tablas del escenario”.
Con esa compañía es con la que actuó, una única vez, en Utrera, en el Teatro Triunfo, que después pasó a ser municipal tras la adquisición por el Ayuntamiento de la ciudad en junio de 1985 y a denominarse Enrique de la Cuadra ya que fue quien lo había construido en 1887.
El mismo José me cuenta, no sin un puntito de añoranza y nostalgia, que
“Con catorce años trabajaba en el despacho de un abogado que me mandaba, entre otros menesteres, acudir al utrerano Teatro Triunfo a recoger la hojita de autores, lo que me permitió ver a un gran número de grandes artistas como La Niña de los Peines o Lola Flores. La taquillera del teatro se llamaba Marta y era la madre de Enrique Montoya”.
Después de Anita Rosa me salió un empresario Luis Pizarro y dijo que quería formar compañía conmigo de cabecera de cartel, debutamos en Los Molares, un pueblo a cinco kilómetros de Utrera, pero hicimos debut y despedida ya que no pasó nadie por la taquilla, solo asistieron los empleados del Ayuntamiento...
Y es que los comienzos no siempre son fáciles y sí llenos de tropiezos y dificultades. No obstante, nuestro ilustre utrerano. que ya había experimentado la satisfacción se subirse a un escenario y el abrazo de la luz de los focos sobre su persona, incluso, aunque escasos, el calor de los aplausos, estaba firmemente decidido a tirar adelante con su carrera artística.
Los dos años siguientes, 52 y 53, fueron años intensos, cargaditos de novedades, de trabajo, proyectos e ilusiones. Hace, por ejemplo, su primera gira por el extranjero, Portugal y norte de África, y actúa en Madrid y Valencia. En el horizonte vislumbra ya su ida a Barcelona, su ciudad soñada.
Fotos:
Vicente Córdoba - Miguel Terrino
Texto:
Francisco Hidalgo Gómez
Investigador y crítico flamenco
20/09/2024 
