La lección de cante que nos ofreció Rafael de Utrera quedará grabada en nuestras cabezas y en nuestros corazones, sobre todo de los que como yo misma, hemos nacido en esta tierra bendita cuna del cante flamenco
20 de septiembre.
Rocío Acosta García Revista Flamenca Fuente Vieja
Lleno casi hasta la bandera, esperaba con gran expectación el público entre el que se vislumbraba ese nerviosismo característico de los grandes espectáculos de la Bienal. No era para menos, estreno absoluto de Rafael de Utrera. ¿Se cumplirían las expectativas de los asistentes? La respuesta es un rotundo sí.
Hoy más que nunca Utrera se puede sentir orgullosa de tener embajadores como este cantaor, y gran persona que tuvo claro que quería dedicar este estreno a su tierra, a la que le vio nacer, y que él lleva por bandera allá donde vaya.
“Fui piera” un homenaje en toda regla al pueblo donde nació, se crió y del que “mamó” toda la sabiduría de sus cantes y de los artistas que ha dado esta tierra. Una sabiduría ancestral que anoche hizo suya y que, al salir de su boca, no sólo expresaba una excelencia en el cante, sino también que el corazón estaba presente en cada palabra y en cada quejío que brotaba de su cuerpo. Hasta en sus hechuras transmitió ese sentimiento tan puro que sólo saben manifestar aquellos orgullosos de sus orígenes y de los suyos.
Voz distinta, reconocible, peculiar, que la hacen salirse de lo estipulado, con un sello muy particular y personal. Con un espectáculo que fue un recorrido, un viaje apasionante por la historia que lleva en su sangre. “Fui piera y perdí mi centro y me arrojaron al mar y a fuerza de tanto tiempo mi centro vine a tomar”, así comenzaba el espectáculo, con una toná de maestría. Una pantalla de fondo en la que las manos de algún artista dibujan trazos y frases que les acompañan durante todo el espectáculo dando más énfasis a ideas y letras como “mi pena era la más grande porque iba por dentro”, mostrándose así la mano de la dirección artística de Paco Pérez Valencia.
A golpe de mesa, como se hace en Utrera desde siempre en las reuniones entre amigos o familiares, con ese compás recuerdo de las vivencias de sus primeros años alzaba el vuelo su voz con las cantiñas de Pinini y las alegrías de Córdoba de Curro de Utrera para dejar bien claro que “yo vengo de Utrera, nací en el número 3 de los postigos la calle Nueva”. También recordó con sus cantes las “Turroneras” del Turronero, otro de los grandes de este vergel de artistas. Tampoco se olvidó de Manuel de Angustias ni del Cabrillero.
Una plegaria a su Virgen de Consolación que si bien pudo poner la piel de gallina a los presentes, aún pinchó más el corazón a los utreranos y utreranas que estábamos allí.
Presente también en su voz el recuerdo al “Niño de Utrera”. Y recordando a Perrate, desgarrando con la seguiriya.
“déjame que quiero llorar,
que se me ha muerto mi pare
y no lo veo más”.
Y la burlería
no podía faltar, esa Utrera festera que bien supo plasmar en el escenario, dedicándolo a cuatro de los pilares que sostienen esta genuidad utrerana: Fernanda/Bernarda, Perrate, Enrique Montoya y Curro de Utrera. El público entregado, saltaba de sus sillas y gritaban por aquí y por allá en la sala, de esa forma que te sale cuando no se puede aguantar los sentimientos de lo que estás viendo y escuchando. Y si fuera poco con un “Señorita” por bulerías, del admirado Enrique Montoya.
El escenario se convirtió en “algo salvaje” reviviendo la rumba del inigualable Bambino con un “Procuro olvidarte” fuera de lo común acompañado del tres cubanos en manos del músico Raúl Rodríguez. “La pared”, “No me des guerra” terminando con un “vamos a comer mostachones en medio la Calle Nueva” de las Cantiñas de Utrera. Momento crucial en el que al unísono levantó a los asistentes aplaudiendo hasta doler las manos, gritando al músico y al cantaor. Tras este momento vino la Soleá para acordarse de la más grande, Fernanda.
Es aquí cuando pisa el escenario la mujer del cantaor, Carmen Lozano, a la que agasaja con un romance al que la bailaora responde con su cuerpo, sus brazos, sus piernas, sus movimientos y taconeos que hacen vibrar a la sala, y a la que dejará bien claro que “mi cante es de Utrera, de los postigos de la Calle Nueva”. Generosamente ayuda al lucimiento de su compañera viéndose en sus ojos esa satisfacción y entrega por tan gran artista, con los que el público se fundió en un gran aplauso y vítores.
Y así llegó el cuplé por bulerías que nos transportaría a los cantes de Bernarda de Utrera con el “María de las Mercedes” tan suyo.
Todo aderezado con las guitarras de Antonio Santiago “Ñoño”, Pepe Fernández y Dani de Morón. Un “Yo soy rebelde” entre sus labios, para cerrar el espectáculo con otra toná, volviendo a donde todo empezó y así concluir repitiendo que viene de ¿dónde?, de la denominación de origen UTRERA.
Texto y Fotos:
Rocío Acosta García Revista Flamenca Fuente Vieja
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