21 de septiembre.
Paco Vargas
Poeta, escritor y periodista
Aticoizquierdaflamenco.blogspot.com
Conocido en su pueblo con el remoquete de
“Molofino”, se había presentado en Sevilla en 1884, donde pasó sin pena ni gloria. Sin embargo, al año siguiente volvió otra vez a Sevilla, con repertorio nuevo y su éxito fue notable. Tenía veintisiete años y una fama que lo proyectaba hacia un futuro muy prometedor, que su prematura muerte truncó trágicamente.
Sobre su muerte existen dos versiones: una que la achaca al romance –en contra de la opinión del padre de ésta- que tuvo con La Rubia, cantaora de su tiempo; y otra que sostiene que todo se debió a las rivalidades y celos profesionales –habituales entonces como ahora- entre estos dos artistas que perseguían el triunfo. Sea la leyenda de una u otra manera, la noche del 12 de agosto de 1885, tras la actuación de ambos en el Café El Burrero, situado junto al puente de Triana, en la Nevería del Chino, y tras una discusión con el padre de la cantaora, los dos hombres se enzarzaron en una pelea que terminó en el mismo puente con la trágica muerte del joven cantaor.
“El café cantante del puente, contra cuya existencia estaba rebelada la opinión, por las inmoralidades y excesos que allí se permitían, ha dado el resultado que estaba previsto”, se podía leer en la publicación
“La Andalucía” sobre la muerte del joven cantaor perote en agosto de 1885, que vino a redundar en la mala opinión que se tenía de estos locales y encender aún más la campaña en contra, desatada desde hacía tiempo, en los medios de comunicación.
José Blas Vega recoge lo que el periódico sevillano
"El Progreso" publica al día siguiente:
"A las cinco y cuarto de la madrugada de ayer, hora en que diariamente se dan por terminados los edificantes espectáculos del café cantante flamenco del Burrero, situado junto al puente de Triana, fue aquel sitio teatro, como casi todos los días, de un drama terrible. En aquel centro habíase entablado pocos momentos antes una acalorada discusión entre uno de los cantaores conocido por El Canario y el padre de una de las artistas de aquel establecimiento. La reyerta fue tomando poco a poco mayores proporciones y no obstante la intervención de algunos de los concurrentes, salieron fuera del local, dispuestos a jugar el todo por el todo. Después gran confusión, gritos, armas relucientes movidas con agitación febril, un cadáver y un homicida”.
El Canario sobresalió como intérprete de serranas y malagueñas, y en este cante dejó un estilo propio. Para el cantaor Aurelio Sellés la malagueña del Canario era la más hermosa y auténtica que conocía, porque
"son intensas por alto y más valientes que las de Chacón”. El maestro gaditano, que no escuchó al cantaor malagueño, era dado a radicalizar sus opiniones –no siempre acertadas- para dejar constancia de su sabiduría, algo innecesario ya que era algo aceptado por todos. En esta ocasión le achaca más de una malagueña –se refiere a ellas en plural- y al compararlo con Chacón –al que seguramente nunca tuvo en demasiada estima- pierde la razón. Solía ocurrir con los viejos cantaores en general, pues eran conscientes de su valor testimonial y de que lo que dijeran sería creído a pies juntillas por una flamencología todavía en pañales.
Fernando el de Triana dice en “Arte y artistas flamencos” que El Canario y Juan Breva cantaron la malagueña pura –lo de la “pureza” se ve que nació con el flamenco-, cante que él calificaba de gran intensidad y brillantez.
Malagueña de “El Canario”
Fue
El Canario quien introdujo la costumbre -copiada después por otros cantaores- de comenzar la copla con la última palabra del primer o segundo verso: lo que se llama cantar a verso quebrado. Tal que así: La gente/por el hablar de la gente…. Este recurso resulta de gran belleza y se aplicó a la técnica de otros cantes como los tarantos, las cartageneras o determinados estilos de Huelva. El parentesco de su malagueña con los cantes mineros es evidente.
Manolo de la Ribera, con la conocida copla:
” Espías/ Tengo que poner espías! “, tiene este estilo grabado con el título de
“Malagueña de El Ciego de la Playa”. También José Luís Navarro y Akio Ino, a través de Antonio Chacón (”Corte/ Viva Madrid, que es la Corte…“), basándose en un estudio de Blas Vega, se lo adjudican al cantaor almeriense. En ambos casos, desconocemos las razones del cambio de paternidad.
A lo largo de la historia ha habido no pocos cultivadores de este estilo de malagueña cual fue el caso de El Pena o Manuel Torre, entre los más conocidos, o la desconocida
“La Bocanegra”, a la que Fernando el de Triana nos retrata como seguidora de los cantes del artista que tratamos.
El único e inconfundible estilo de
“El Canario”, que se canta, como ya hemos dicho, empleando la técnica del verso quebrado, se suele asociar, entre otras, a estas coplas:
La gente.
Por el hablar de la gente
olviaste mi querer;
pero ten por entendío
que me va a costar la muerte
el haberte conocío.
Espías.
Tengo que poner espías,
para ver si mi amor viene,
al pié de Torre García;
no sé para mí qué tiene
el camino de Almería.
Paco Vargas
Poeta, escritor y periodista
Aticoizquierdaflamenco.blogspot.com