Revista de Cultura Popular, Andaluza y Flamenca
Hoy es Jueves, 28 de Marzo de 2024
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Sobre el Concurso de Cante Jondo de 1922 – Lo que decía el cartel (1ª parte)

Todos los aspectos que pueden tratarse sobre el Concurso del 22, lo primero que llama la atención, en el cartel de Manuel Ángeles Ortiz –que llegó a ser boicoteado, aunque al final se publicó-, es el título “Concurso de Cante Jondo”,

23/12/2022.
Paco Vargas
Aticoizquierdaflamenco.blogspot.com




Cuando Manuel de Falla pensó en organizar un concurso de Cante Jondo (Canto primitivo andaluz), porque pensaba que éste se encontraba en trance de desaparición, tal apuntábamos, no percibió desde su ingenuidad y desconocimiento objetivo el cambio estético que en el cante se estaba produciendo. Ergo, cuando se dieron cuenta del error ya era tarde. Excepto los artistas que formaban parte del jurado, ningún cantaor o guitarrista conocido apareció para competir en el certamen. Lo cual deslució el concurso, toda vez que las figuras de la época no fueron tenidas en cuenta y no participaron por tanto. Diego Bermúdez Cala “El Tenazas de Morón” –que vivió en Puente Genil hasta su muerte-, era un viejo cantaor apenas escuchado entre la afición. Y Manuel Ortega Juárez –que acabaría siendo “Manolo Caracol”- era un niño que cantaba bien pero al que no conocía nadie. Y que hubiera sido la figura que fue con o sin el premio obtenido, aunque ganar le supusiera sin duda un primer empujón.

El triunfo de ambos fue un reflejo nítido de la contradicción intrínseca del propio Concurso. Y el hecho de que no fueran "profesionales" no pasa de ser pura anécdota, pues nada más alzarse con el premio dejaron el campo aficionado para meterse de lleno en el profesional cantando allí donde se les requería. Quizá, sin el Concurso, no hubiéramos conocido nunca cómo cantaba el veterano e ignoto cantaor de Morón ni sus enseñanzas aprendidas de Silverio Franconetti; pero el destino de Caracol estaba escrito. Del resto de premiados, casi todos de Granada, únicamente Francisco Gálvez “Frasquito Yerbabuena” tuvo nombre en Granada y dejó, además de su influencia en cantaores como José Joaquín Vargas Soto “El Cojo de Málaga”, un fandango que hoy forma parte del mosaico de los cantes granadinos.

Pero, de todos los aspectos que pueden tratarse sobre el Concurso del 22, lo primero que llama la atención, en el cartel de Manuel Ángeles Ortiz –que llegó a ser boicoteado, aunque al final se publicó-, es el título “Concurso de Cante Jondo”, y el subtítulo entre paréntesis en el que se puede leer “Canto primitivo andaluz”, que con toda intención se escribieron. Porque lo que se reivindicaba era la esencia. Por eso, no permitían las bases que se presentasen profesionales. Ingenuamente, Manuel de Falla, pensaba que en las voces ignoradas del pueblo encontraría el duende que reclamaba Federico García Lorca en las conferencias “Arquitectura del cante jondo”, leída en el Centro Artístico, la noche del 19 de febrero de 1922, y “Juego y teoría del duende” en Buenos Aires y La Habana años más tarde. En este sentido, hemos de señalar que “El Poema del cante jondo” fue publicado en 1921, y el “Romancero gitano”, fue dado a conocer siete años después.

Y volviendo al canto popular andaluz. Un desbordado Manuel de Falla escribió, refiriéndose al cante jondo: “Ni la orquesta moderna sonaría del modo que suena de no haber existido la citada influencia”. Y el pintor y escritor catalán, Santiago Rusiñol –que apoyó el Concurso desde sus inicios-, uniéndose a la opinión del músico gaditano, dijo: “He oído cantar el cante jondo. Para mí el cante jondo es el canto primitivo popular, cuando se depura el cante flamenco.” Sin embargo, Falla y Rusiñol, inciden en la cuestión popular influidos por la corriente artística e intelectual que otorga al folclore una importancia capital en el desarrollo de una corriente cultural o estética. El nacionalismo musical –al que pertenecen Albéniz y Falla- y la poesía de la conocida como “Generación del 27” –Lorca, Rueda, Cernuda, Salinas, etc.- beben en lo popular para convertirlo en arte.

Esa influencia se dejó notar a la hora de redactar las bases, de definir el trazado flamenco del concurso y de conformar su estructura organizativa. Ergo, contradictoriamente, se otorgó más importancia a cantes como la soleá y la seguiriya que a la granaína o la malagueña. La razón pudiera estar en la inclinación de los organizadores por los gitanos como impulsores del nacimiento del cante jondo. O simplemente por desconocimiento: para Manuel de Falla –auténtico ideólogo del certamen, pero desconocedor del mundo flamenco de cuando entonces- o para Federico García Lorca –que con 24 años era poeta pero no se sabía el cante-, palos como granaínas, malagueñas o tarantas eran “meros cantes flamencos”. De menor importancia sin duda, según los criterios que imperaban o intentaban imponer, que los considerados cantes grandes, de acuerdo con la desafortunada definición que llegaría años después del Concurso, consecuencia de la corriente gitanista que nacería con el triunfo de Antonio Mairena en 1962 –ganador del “Trofeo La Llave de Oro del Cante”, dotada con 100.000 pesetas- en el “Concurso Nacional de Cante Flamenco” de Córdoba, que en su tercera edición volvía a cambiar de nombre, aunque estuvo inspirado, desde su nacimiento en 1956, en el Concurso de Cante Jondo de Granada.


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Fuente: Revista Flamenca Fuente Vieja
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