Carmen Linares y Eduardo Guerrero: La esencia más jonda de Lorca en la Gran Vía de Madrid

26 de agosto.

Revista Flamenca Fuente Vieja




Este 2024 se cumplen 88 años de su trágico asesinato, y su legado sigue vivo, palpitante, en cada nota de guitarra, en cada lamento del cante jondo. La figura de Lorca, eternamente vinculada al flamenco, vuelve a cobrar vida en la Gran Vía de Madrid con un espectáculo que se hunde en lo más profundo de su alma y su obra: “Jondo, del primer llanto, del primer beso”.

Lorca y el flamenco un romance eterno, Federico no solo fue un poeta y dramaturgo de renombre, sino también un apasionado defensor del cante jondo, esa expresión más pura y antigua del flamenco que él mismo describió como un “grito desnudo y oscuro” que surge del alma.

Su trabajo no se limitó a la creación literaria; Federico García Lorca fue un auténtico rescatador de la cultura popular andaluza, dedicando gran parte de su vida a recopilar y preservar las tradiciones orales, las canciones y los cantes que definían a su tierra. Esta labor de rescate culminó en el histórico Concurso de Cante Jondo de 1922, organizado en colaboración con Manuel de Falla, que marcó un antes y un después en la historia del flamenco.

Hoy, casi un siglo después, ese mismo espíritu de preservación y celebración se materializa en el montaje “Jondo, del primer llanto, del primer beso”, una obra que recala en Madrid después de dos años de gira y que ha cautivado a más de 150.000 espectadores. Este espectáculo, que entrelaza la música, la danza y el teatro, se nutre directamente de la obra teatral de Lorca y de la profunda influencia que el flamenco ejerció sobre su vida y su obra.

El corazón de “Jondo, del primer llanto, del primer beso” late al compás del arte de dos figuras imprescindibles del flamenco actual: Carmen Linares y Eduardo Guerrero. La primera, una leyenda viva del cante, galardonada con el Premio Princesa de Asturias de las Artes en 2022 y el Premio a la Excelencia Musical de los Latin Grammy en 2023. El segundo, un bailaor gaditano cuya fuerza y expresividad han conquistado escenarios de todo el mundo. Juntos, Linares y Guerrero no solo interpretan a Lorca; lo reviven, lo hacen palpable, lo convierten en carne y hueso sobre el escenario.

Carmen Linares ha confesado sentirse “como un personaje más” dentro de este montaje. Sus intervenciones, profundamente dramáticas, son el alma misma del espectáculo. En cada una de sus actuaciones, Linares no solo canta, sino que narra, a través de su voz, las historias de desamor, de pérdida y de dolor que Lorca supo plasmar con tanto realismo en su obra. En su seguirilla, su poema inspirado en una “granaína” y su soleá, la cantaora encuentra la manera de unir el pasado y el presente, haciendo que el lamento del cante jondo resuene con la misma fuerza que hace casi un siglo.

Por su parte, Eduardo Guerrero, con su baile potente y visceral, lleva a escena la fuerza y la pasión de los personajes lorquianos. Guerrero, que además de ser el bailarín principal es responsable de las coreografías flamencas del espectáculo, se enfrenta al desafío de traducir en movimiento los sentimientos más hondos de los personajes de Lorca. Y lo hace con una maestría que solo se alcanza cuando el arte se convierte en una extensión del alma.

Es una obra multidimensional: Música, danza y teatro “Jondo, del primer llanto, del primer beso” no es solo un espectáculo de flamenco; es una obra de arte multidimensional que fusiona música, danza y teatro para crear una experiencia inmersiva e inolvidable.

La dramaturga Triana Lorite, creadora de la obra junto a Eduardo Guerrero, ha estructurado la pieza en cinco cuadros de danza, cada uno de los cuales evoca a un personaje de la literatura de Lorca: Rosita, Don Perlimplín, Mariana, Adela y El Público. Estos personajes, seleccionados en su momento “más jondo y profundo”, como señala Lorite, encarnan las emociones más intensas y desgarradoras que Lorca supo retratar con tanta precisión.

La dirección de Sharon Fridman aporta un enfoque contemporáneo que se entrelaza con las raíces flamencas del espectáculo, creando una dualidad que refleja la propia naturaleza del flamenco: un arte que, aunque profundamente arraigado en la tradición, siempre ha estado abierto a la innovación y la evolución. La puesta en escena, con una duración de 110 minutos, incluye además un prólogo y un epílogo protagonizados por Guerrero, que enmarcan la obra dentro de un ciclo narrativo que va más allá de la simple representación.

El legado de Lorca en el flamenco, como el alma de un pueblo, ha sido testigo de la historia, de sus luces y sus sombras, de sus triunfos y sus tragedias. Y en el corazón de esa historia, Lorca ocupa un lugar preeminente. Su obra, profundamente influenciada por el flamenco, ha dejado una huella imborrable en la cultura andaluza y, por extensión, en la cultura española.

Lorca no solo fue un cronista de su tiempo, sino también un visionario que supo ver en el flamenco una forma de resistencia, de afirmación de la identidad y de conexión con lo más profundo del ser humano.

Este espectáculo es, en muchos sentidos, un tributo a esa visión de Lorca. Pero es también una reafirmación de la vitalidad y la relevancia del flamenco en el siglo XXI. En un mundo en constante cambio, donde las tradiciones a menudo se ven relegadas o transformadas, “Jondo, del primer llanto, del primer beso” es una celebración de la persistencia del flamenco como una forma de arte viva, que sigue evolucionando sin perder su esencia.

Una lírica flamenca: El eco de Lorca
En la oscuridad de la noche, cuando las estrellas se ocultan y el silencio se vuelve un susurro, el eco de Lorca resuena en cada rincón de la Gran Vía. Es un eco que no se apaga, que se renueva con cada acorde, con cada paso, con cada palabra que se pronuncia en su nombre.


Llora la guitarra, llora el alma,
en la noche oscura del duende.
Llora el flamenco, llora el poeta,
en la herida abierta del jondo.

De Granada a Madrid,
por la senda del llanto y el beso,
camina Lorca, eterno,
con su lamento, con su verso.

Carmen canta, canta la pena,
en la voz que al cielo eleva.
Guerrero baila, baila la tierra,
en el suelo que el duende quiebra.

Cinco almas, cinco penas,
cinco llantos, cinco estrellas.
Rosita, Mariana, Adela,
en el dolor que el tiempo encierra.

En Fuente Vieja se escucha el eco,
de un poeta, y de su lamento.
Lorca vive, Lorca siente,
en el flamenco, en su gente.

Este lamento, esta celebración, es el corazón de “Jondo, del primer llanto, del primer beso”. Es una obra que no solo recuerda a Lorca, sino que lo revive, lo trae de vuelta a través del arte que tanto amó. Carmen Linares y Eduardo Guerrero, junto a un elenco de talentosos artistas, han logrado crear un puente entre el pasado y el presente, un puente que conecta a Lorca con cada espectador, con cada amante del flamenco, con cada alma que siente el latido jondo en su corazón.

Así, en cada función, en cada nota, en cada paso, el flamenco sigue llorando y cantando a Lorca, recordando su genio, su pasión, su amor por una tierra y un arte que jamás dejarán de latir. Y es que, en la Gran Vía de Madrid, como en los campos de Granada, Lorca sigue vivo, sigue jondo, sigue flamenco.









 
Fuente: Revista Flamenca Fuente Vieja